¿Cómo asegurarme de que va a dormir bien?
¿Cuándo va a empezar a dormir durante toda la noche? ¿Es normal que se agite tanto mientras duerme? Cuando al fin se duerme, solo lo hace durante tres o cuatro horas, o sea que nunca consigo descansar extensamente. ¿Hay algo que debamos saber para ayudarle a dormir de corrido?
Al contrario de lo que cabría pensar, los gestos que el bebé hace durante el sueño no significan que esté soñando. Según algunos pediatras, no se puede hablar verdaderamente de sueños hasta los tres años, cuando el niño es capaz de contarlos.
La siesta del bebé
Antes de poder dormir como un niño mayor, el cerebro del bebé tiene que madurar para organizarse gradualmente en ciclos cada vez más complejos y para adquirir el ritmo día-noche al que estamos acostumbrados. Además, es preciso tener en cuenta que todos los estímulos (ruidos, olores, sensaciones) son diferentes a los que percibía en el vientre de mamá. Este aprendizaje es más o menos lento dependiendo de cada niño. ¿Cómo ayudarle? Ofreciéndole referencias (a los bebés les encanta la rutina) y mucho amor.
Dormir bien para crecer bien
Un bebé duerme mucho durante sus primeros meses, ¡casi no hace otra cosa! El sueño le permite recuperarse de sus fases de vigilia, además de crecer y desarrollarse. La hipófisis es una glándula situada bajo el cerebro que segrega la hormona del crecimiento principalmente durante el sueño.
El sueño del bebé se organiza en dos fases que se alternan. Una corresponde al sueño lento, durante ese periodo de sueño tranquilo, que dura veinte minutos aproximadamente, el bebé duerme apaciblemente y la producción de la hormona de crecimiento es óptima. La otra es una fase de sueño paradójico en la que el bebé se agita un poco más y el sueño es más ligero, por lo que se despierta con frecuencia. Esta fase constituye un momento de maduración cerebral esencial. Entre estas dos fases claramente diferenciadas existen otras, menos delimitadas, de sueño intermedio. En el caso del bebé, el sueño empieza casi siempre por un periodo de sueño agitado.
Un recién nacido duerme entre 14 y 20 horas al día. El periodo de sueño disminuirá gradualmente, a 15 horas a los seis meses y a 13 horas alrededor de los 4 años. El sueño diurno también se acorta progresivamente: de 3 o 4 siestas diarias a los 6 meses pasa a 2 siestas a los 12 meses hasta terminar en un siesta por la tarde a los 18 meses.
En cuanto a las noches, que tanto preocupan a los padres, ¡cada bebé es diferente! Algunos ya empiezan a dormir de corrido desde las primeras semanas, pero en general es preciso esperar varios meses para que el reloj interno del bebé pase del ritmo que alterna periodos de 3 a 4 horas a los periodos de 24 horas. Poco a poco empezará a sincronizarse con los ritmos externos: la sucesión del día y la noche, la regularidad de las comidas, los momentos de juego y interacción con el entorno. Todos esos factores le ayudarán a adaptarse y a despertarse cada vez menos por la noche.
Trucos para que caigan rendidos en los brazos de Morfeo
Dentro de tu vientre, el bebé no podía diferenciar entre el día y la noche. Durante las primeras semanas de vida, aún no es capaz de hacer esa distinción. La buena noticia es que tú puedes ayudarle a hacerlo con trucos muy sencillos.
- Ofrécele referencias. Por la noche, asegúrate de que la casa esté tranquila y cierra completamente las persianas para que tenga total oscuridad. Para la siesta, en cambio, deja que se filtre un poco de luz y no elimines todos los ruidos de la casa.
- Establece ciertos rituales antes de acostarlo para que comprenda que es la hora de ir a dormir. Por la noche, por ejemplo, cámbiale el pañal, ponle el pijama, cántale una canción y le dale un tierno y cariñoso mimo. Cuando sea un poco más grande, también puedes leerle un cuento. Procura que el ritual que precede a la siesta no sea el mismo, para que tenga clara la diferencia.
- Ayúdale a adaptarse a horarios fijos. Después de aplicar la técnica "a su propio ritmo" durante las primeras semanas, empieza a darle las tomas de leche a horas fijas.
- Procura también que no haga ni demasiado calor ni demasiado frío en su habitación. La temperatura apropiada está entre los 18º C y 20ºC.
- ¿El bebé duerme aún en tu habitación? Al principio, estar cerca del bebé lo tranquilizará (¡y a ti también!). No es necesario desplazarte para a ver si todo va bien o para darle el pecho. Ahora bien, se aconseja no prolongar esa situación más allá de los primeros meses. Pronto, el bebé deberá dormir solo y pasar la noche en su propia habitación. Es esencial para la calidad de su sueño y para tu vida de pareja.
- ¿El bebé no puede dormir sin su peluche o su chupete? No se los quites. Esos artículos le ayudan a conciliar el sueño. Tu pequeño decidirá el momento en que ya no los necesite, pero por ahora son estupendos aliados para asegurar un sueño tranquilo.
- ¿Llora al dormirse? Déjalo tranquilo algunos minutos. A veces los bebés necesitan algunas lágrimas para conciliar el sueño; es algo normal. Pero si los sollozos se alargan, anda a verlo e intenta tranquilizarlo.
Una buena posición en una cama segura
- Elige una cuna de barrotes que cumpla las normas de seguridad y un colchón firme. Verifica que las dimensiones impidan que se quede atrapado entre los barrotes o entre la cuna y el colchón.
- Acuesta al bebé boca arriba para mantener su cara despejada y facilitar su respiración.
- En la cama, evita todo tipo de accesorios inútiles (colcha, almohada, etc.). Un pijama manta o un saquito de dormir bastará para que no pase frío. - Lo mismo en el caso de los peluches: uno está bien, más de uno es demasiado.
- Para evitar la muerte súbita del lactante, los pediatras recomiendan también, además de acostarlo boca arriba, mantener la habitación a una temperatura entre 18º y 20ºC. Procura ventilarla regularmente, y no se te ocurra fumar en su interior.
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