A jugar
Desde su nacimiento, los bebés se abren camino, paso a paso, en el llamado proceso de sociabilización, que, entre otras acciones, implica compartir y jugar con otras personas. Aquí unas claves para entender esa evolución.
Desde que nacen y hasta los 18 meses aproximadamente, los bebés tienden a ser egoístas pues se sienten el centro de la atención y no desean compartir sus juegos ni juguetes con nadie. A partir de entonces y hasta los tres años, se inicia el “juego en paralelo”, una fase en la que el pequeño se siente a gusto con otros niños y niñas, aunque conserva su juego individual. En ese momento es posible que el bebé quiera algún objeto que no esté en su posesión y trate de conseguirlo mediante reacciones “violentas”, como pellizcos, manotazos o patadas. Ante esa actitud es probable que descubra reacciones adversas o reprimendas por parte del resto de niños, lo cual le ayudará a entender que no puede manejar a los demás según su voluntad y aprenderá a aliarse con el resto para compartir los juegos.
Algunos trucos le permitirán llevarse mejor con los otros niños y evitar que recurra a la violencia. Puede que al principio le cueste, pero poco a poco aprenderá a divertirse y disfrutar de la experiencia de interacción con otros niños. Solo es cuestión de paciencia, práctica y muchos mimos.
La etapa del “juego en paralelo”
Si a tu hijo le gusta estar con otros niños, pero no juega con ellos, significa que está atravesando la etapa del “juego en paralelo”, es decir que cada uno se encuentra absorto en su actividad.
Esta fase de egocentrismo dificulta sus relaciones, pero es necesaria para que el niño se conozca mejor a sí mismo.
Las sugerencias para mejorar sus relaciones son:
• Si explora a otro niño de un modo brusco, dile “suave” y enséñale a acariciar.
• Muchos niños pegan a los otros, pero no lo hacen con mala intención. Es un modo torpe de iniciar un contacto o de expresar su excitación. Corrige su mal hábito: cógele las manos y enséñale a dar abrazos.
• Si muerde a otros niños, desaprueba su conducta con un rotundo “no”. Intenta prevenir la acción, analizando los momentos en los que más lo hace, y dale algo para morder (un mordedor, un sonajero...).
• Tu hijo dirá a menudo “mío, mío”. Y es que, antes de poder compartir, necesita poseer. Sus juguetes le ayudan a adquirir el sentido del “yo” y forman parte de él, por eso se niega a prestarlos. Sé comprensiva y, cuando otro niño se encapriche por un juguete suyo, distrae a los dos con otra cosa.
• Si viene un amiguito a casa, prepara la situación: coloca unos juguetes sobre la alfombra (preferiblemente repetidos) y guarda los más “suyos”. Pide también a la madre del pequeño que traiga algunos. Todo esto ayuda a que haya menos peleas. La visita debe ser corta (hora y media es suficiente) y tu presencia es necesaria en todo momento.
¿Y si no deja de pegar?
Sugiérele actividades en las que puede golpear, como tocar el tambor o utilizar un martillo de juguete. Y enséñale otras formas de contacto: abrazar, dar besos, saludar con la mano.
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