Su primera crisis de independencia
Mi pequeño tesoro no tiene ni dos años y ya desea hacerlo todo solo. ¡Cuando quiero ayudarlo, le da una rabieta! ¿Cómo puedo abordar esta nueva etapa?
A medida que va creciendo, tu pequeño va construyendo su propia identidad y busca afirmarse como individuo. Después de una etapa de docilidad, ahora quiere demostrarte que él es quien manda... No siempre es fácil saber cuándo hay que mantenerse firme y cuándo ceder a sus peticiones...
De la primera separación a la primera... ¡crisis de independencia!
Sobre los ocho meses, el niño va tomando conciencia de su individualidad. Este gran descubrimiento siempre está acompañado de un cierto temor: el pequeño llora cuando te alejas o cuando ve caras nuevas. Es la “angustia del octavo mes”. Después, la afirmación de la alteridad se intensifica. Así pues, alrededor de los dieciocho meses, el bebé ya se reconoce en el espejo y puede verse del todo: es una fase crucial en la formación de su personalidad. Y entonces empieza también la fase del “no”. Cuando llega la hora del baño (que normalmente tanto espera), de ponerle el pijama o de comer la comida... la respuesta es siempre la misma: "¡No!" No te preocupes, esa etapa representa más una afirmación de autoridad que un auténtico rechazo. Tu pequeño ha tomado conciencia de su individualidad y quiere que lo sepas. Hasta ahora, tú decidías sobre todas sus cosas, pero ahora quiere tener voz y voto. ¡Es su primera crisis de independencia!
¿Cómo responder?
Sin ceder sistemáticamente a todas sus peticiones, es importante comprender sus reivindicaciones, ya que significan que el pequeño se está desarrollando bien. ¿Y si te rechaza cuando le ayudas a vestirse? No hay mal que por bien no venga: de entrada perderás un poco de tiempo mientras intenta hacerlo solo, pero dentro de poco te ayudará a ganar un tiempo muy valioso. Y para allanarle el camino, prepárale ropa fácil de ponerse (sin botones ni cierres), zapatos sin pasadores o pequeños cubiertos de plástico para que pueda comer solo.
Ante todo, actúa siempre con coherencia, no le prohíbas un día lo que le dejaste hacer el día anterior o viceversa. Toma decisiones firmes, sin perder los nervios. Por ejemplo, el baño es obligatorio, tanto si quiere bañarse como si no. Corresponde a los padres definir lo que está permitido y lo que no, y hacerlo cumplir. ¿Quiere vestirse solo? No hay problema, pero debe ponerse la chompa, porque hace frío. ¿Quiere quedarse cinco minutos más en el columpio? Muy bien, pero mamá se queda cerca y dentro de cinco minutos nos vamos, ni uno más.
La mesa, otro campo de batalla
Cada vez que ofreces a tu hijo un nuevo alimento, puedes prepararte para la misma respuesta: "¡No, no quiero, no me gusta!" Según algunos cálculos, entre los dos y los diez años casi el 75 % de los niños reacciona de esa forma, que denominamos neofobia alimentaria.
Es normal que un niño prefiera comer lo que ya conoce, pero es importante que respete un equilibrio alimentario. Obligarlo no sirve de nada. Si rechaza el pescado o la carne, habrá que armarse de trucos para que lo coma de todos modos: gratinados, en purés, canelones, en empanadillas, etc.
También es importante dar el ejemplo. No es que tú también comas vainitas, ¡es que te encantan! Otro truco: llévatelo de compras y cocinen juntos los alimentos que hayan comprado, así estará orgulloso de su pequeño plato y devorará hasta las últimas migas.
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