Gritos en la noche ¿qué puedo hacer?
Mi niño normalmente tarda pocos minutos en dormirse, pero desde hace poco se despierta gritando en plena noche. Me cuesta mucho volver a tranquilizarlo. Me gustaría que me ayudaran porque me siento un poco estresada…
Desde hace varias noches, los llantos y alaridos de tu pequeñín interrumpen bruscamente tu sueño. ¡Paciencia! Es un periodo transitorio por el que pasan la mayoría de los niños entre los seis meses y los cinco o seis años. Esos trastornos del sueño son indispensables para el equilibrio mental y emocional de tu hijo. A continuación encontrarás algunos consejos para entender y hacer frente a sus pesadillas y terrores nocturnos.
La pesadilla: ¡socorro, me atacan los monstruos!
Las pesadillas empiezan por lo general hacia los tres años y son frecuentes hasta aproximadamente los cinco años. Se producen al final de la noche, durante la fase de sueño paradójico.
Dragones, monstruos, fantasmas y espantosas criaturas invaden las noches de tu hijo. Es algo normal a esa edad: las pesadillas escenifican sus temores. Basta que haya visto unos dibujos animados con un perro malvado o leído un libro con una bruja para que esos personajes vuelvan a su mente por la noche. Gracias a las pesadillas, tu hijo expresa también sus frustraciones, sus penas, sus angustias... Es una etapa necesaria ya que de esta forma construye su propio pensamiento.
¿Cuál es la reacción correcta? ¡Consolarle, por supuesto! No dramatices su miedo pero tampoco le quites importancia. Explícale simplemente que los monstruos no existen. Tranquilizándole así, se volverá a dormir. Al día siguiente, hablen sobre el libro o los dibujos animados que le han asustado, vuelvan a leerlo o verlos para ayudarle a superar su miedo.
El terror nocturno: un fenómeno impresionante... pero inofensivo
Los terrores nocturnos son diferentes a las pesadillas puesto que se producen al principio de la noche, durante el sueño profundo. Por regla general se presentan entre los cuatro y los ocho años. Otra diferencia con las pesadillas es que no despiertan al niño. Se sienta en la cama con la mirada fija, llora, grita, se agita, suda... ¡pero sigue dormido! Es espectacular, pero resulta inútil despertarlo ya que no entendería la razón. Esas crisis por lo general solo duran unos minutos y el niño se calma solo. Al día siguiente, no se acuerda de nada.
Una de las causas de los terrores nocturnos puede ser la falta de sueño. A veces, estos episodios nocturnos de llanto también le permiten a tu hijo expresar alguna preocupación o ansiedad ante alguna novedad en su vida: la vuelta al colegio o la llegada de un hermanito.
Si estos terrores nocturnos están ligados a una falta de sueño, quizá habría que pensar en acostarlo antes o alargar su siesta. Procura no acostarlo demasiado tarde para no alterar su ritmo de sueño. Si las crisis continúan, habla con el pediatra, él es el indicado para aconsejarte.
¡Esto puede ayudarte!
Compartimos contigo algunos trucos que te ayudarán a pasar noches tranquilas:
- Pon una pequeña lamparilla en su habitación. Así se sentirá más seguro.
- Deja la puerta entreabierta y la luz del pasillo encendida. De esa manera el bebé no se sentirá aislado del mundo. Eso bastará para tranquilizarlo.
- Todas las noches inspecciona la habitación para que el niño compruebe que no hay monstruos, cuéntale un cuento o cántale una canción de cuna y dale un gran abrazo. Ese ritual nocturno ayudará a desdramatizar la hora de acostarse, pero no olvides que es importante dejarlo solo antes de que se duerma completamente.
- Su peluche preferido también es un aliado indispensable en la lucha contra los monstruos.
Y si tu hijo sigue necesitando más mimos para tranquilizarse, puedes dejarle que se meta en tu cama. Pero ¡cuidado!, debe ser una medida excepcional y solo por unos minutos. Después, tendrá que volver a su habitación.
Artículos relacionados