La fase del ¡NO!
Tu pequeñín, que normalmente era pura sonrisas, ahora dice “no” a todo y hace rabietas por cualquier motivo. Crees que todavía es algo pronto para empezar la crisis de la adolescencia. Por eso, preguntas: ¿qué hacer en esos casos? Ahora que el bebé va de aquí para allá dedicado a sus apasionantes ocupaciones y que empieza a hablar en un lenguaje misterioso, también quiere rebelarse. En otras palabras, empieza a querer imponer sus deseos y a manifestar su descontento. Tu “tesoro” se opone a tu poder absoluto. Y lo peor es que eso le divierte. Cuando te hayas recuperado del shock, aprende a tomártelo con calma, pero mantente siempre firme. ¡No es fácil el trabajo de madre!
¿Por qué dice todo el tiempo “no”?
Hasta ese momento, tu adorable bebé decía cosas como “osito”, “más” y “mamá”. Nombraba objetos, una persona, una situación concreta. Sin embargo, entre los 18 meses y los dos años, el famoso “no” es la señal de que el niño ha asimilado la función simbólica del lenguaje: comprende el concepto de negación. Es un paso de gigante... ¡quizá algún día tu bebé se convierta en filósofo!
El bebé también entiende muy rápido que esta nueva palabra es la mejor manera de probar tu autoridad. Por eso, abusa un poco de ella. Pero tranquila: es una etapa pasajera, sobre todo si te mantienes firme.
Digo “no”, luego existo...
Andar, no necesitar pañales, las primeras palabras… el bebé empieza a emanciparse y a descubrir el mundo con sus múltiples facetas. Al mismo tiempo que empieza a desarrollar esta independencia, su carácter se afirma y los “no” se convierten en el pan nuestro de cada día, acompañados de un sinfín de “yo solito”, “tú no” y otras pataletas.
Esto te desconcierta y tienes la impresión de chocar contra un muro. Sin embargo, esta fase es necesaria para el niño: cuando dice “no”, está diciendo “existo”. Es su forma de afirmarse y construir su personalidad, especialmente en relación con sus padres. Con ellos, prueba sus límites, mientras que con la abuelita y la niñera es un encanto. Es algo difícil de admitir, pero al fin y al cabo perfectamente normal.
Los “no” que quieren decir “sí”
Las mamás expertas lo saben: el “no” es muy complejo. Tiene multitud de significados y entender sus matices es todo un arte. Por eso, hay que saber distinguir entre:Final del formulario
- El “no” por costumbre (lástima, le ibas a dar un caramelo)
- El “no” enfadado (el bebé no quiere subirse al carrito porque te has atrevido a bajarlo del columpio después de 45 minutos)
- El “no” cansado (por lo general, seguido de un gran berrinche)
- Pero también el “no” que quiere decir “sí” (sabes que dice “no”, pero hace que “sí” con la cabeza)
- Y por último, no olvidar el “no” rotundo ante cualquier alimento nuevo
La que manda eres tú
Pero ¿cómo tener buena actitud y conservar la paciencia? Lo mejor es distraer su atención. Todos hemos agradecido interiormente alguna vez a aquellos padres que se esfuerzan por distraer a su niño en un tren o en un avión antes de que empiece una rabieta al son de estridentes “¡no!”
Lo más difícil es encontrar el punto medio: ni demasiado firmes para no amedrentarlo ni inhibirlo, ni demasiado permisivos para evitar que se convierta en un tirano. Deja que diga “no” cuando el asunto no tiene importancia, y mantén la calma y la firmeza sin entrar en el juego de quién es el más fuerte. Hay que confesar que todos hemos tenido que ceder alguna vez.
Sin embargo, la regla de oro que tu hijo debe entender siempre es que eres tú quien decide (incluso al dejarle decir que “no” de vez en cuando). No es él quien tiene el control. Y cuando tú dices “no”, es “no”. En este sentido, es importante saber resistir y mantenerse firme, poner límites, sin que los padres se contradigan.
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