Educación física para los bebés
Nada se mueve tanto como un bebé. Desde grandes movimientos de natación desde los primeros meses hasta los correteos de los 2 años, pasando por diversas etapas de gesticulación encantadoras, nuestros bebés manifiestan constantemente la vitalidad y la energía de su cuerpo. Cada cultura aborda esta actividad a su manera, para canalizarla y educar el cuerpo de los niños.
La postura del "Happy Baby"
"Parece que no se cansa nunca", "no sabe estar quieto", "hoy me tiene agotada". Entre suspiros, intentamos resolver una ecuación irresoluble entre nuestra fatiga permanente y la energía inagotable de nuestro hijo. Los bebés agotan todas nuestras energías, mientras que ellos parecen tener una reserva inagotable. La libertad de movimiento de los bebés es esencial en todas las etapas de su desarrollo para que puedan adquirir las habilidades psicomotrices necesarias. Moverse y avanzar permiten al bebé descubrir su cuerpo y también el mundo en el que evoluciona, aumentar su destreza, su precisión, su capacidad para interactuar con los objetos, y también desarrollar formas de comunicación antes de adquirir el lenguaje.
Las posturas naturales del niño son muy diferentes de las nuestras, restringidas y dirigidas por años de educación del cuerpo, y que representan lo que consideramos la civilización. ¿Sabías que una postura muy importante de yoga se llama "happy baby"? Ahora resulta que, al hacernos mayores, tenemos que ir a clases para redescubrir, para alegría nuestra, estas posturas naturales y armoniosas de los bebés cuando están felices...
Entre las características naturales, no hay que olvidar la voz. Los bebés espontáneamente gritan y arman jaleo porque no saben controlar el tono de voz, no saben hablar de manera educada, como nosotros (menos cuando estamos muy enfadados). Sin embargo, podemos recurrir a esta manifestación primaria para rebajar las tensiones de nuestra vida de adultos civilizados.
No hagas esto, no hagas lo otro
Hoy en día tenemos tendencia a dejar a los bebés explorar el mundo con bastante libertad, a no limitar demasiado su movilidad. Por ejemplo, los parques no gozan de mucha libertad para hacer lo que quieren: algunos los califican de auténticas cárceles. Pero no siempre ha sido así. Durante mucho tiempo se impidió a los bebés arrastrarse o gatear, animándoles a mantenerse erguidos y caminar lo antes posible. Es como si quisiéramos que fueran hombres en miniatura y que anden bien derechos. Aún en los años 60 o incluso más tarde, la educación física de los bebés formaba parte de la Pediatria. Prohibido chuparse el pulgar, prohibido "tocarse", prohibido usar la mano izquierda (para que fueran todos diestros), no se les dejaba explorar (prohibido entrar en algunas habitaciones de la casa, obsesión con los objetos "peligrosos"), aprender buenos modales de forma precoz: buenos días, buenas tardes, gracias, perdón, etc. "Di buenos días a la señora, da las gracias al señor", todos hemos experimentado esto durante nuestra infancia.
En la actualidad se ha optado por la timidez, el temor o la indiferencia de los pequeños que, en su mayoría, odian los buenos días y las despedidas. Jacques Dutronc, cantante francés, compuso una admirable canción basada en las órdenes que se han dado a los niños durante generaciones. La canción vendría a decir: "No hagas esto, no hagas lo otro, ven aquí, quédate allí… No toques eso, vete a la cama, di papá, di mamá… No te metas los dedos en la nariz. ¿Aún te chupas el dedo? Pórtate bien, di gracias, etc., etc.
Pequeños camaleones....
En el momento de la comida, entre los bebés despiertos, se da prioridad a los bebés que lloran más. Unos meses más tarde, cuando los bebés rondan los diez meses...¡todos se ponen a llorar al mismo tiempo! Ya han captado que lo que cuenta es hacerse oír. El pequeño Matías, de 14 meses, se ha dado cuenta de que su niñera se lava las manos antes de cambiarle el pañal, y para demostrárselo hace ver que se lava las manos utilizando el pañal como toalla. Estar con niños mayores es algo estimulante. Las comidas son también una oportunidad para observar a sus compañeros y demostrar que está listo para beber del vaso o comer solo. Entre los niños de 15 meses a 2 años, la comunicación no verbal puede consistir, a veces, en mordiscos (alrededor de los 16 meses). Se suelen morder las mejillas, a modo de beso un poco más apasionado de la cuenta, pero pueden llegar incluso a lastimarse. ¡Y todo por apoderarse de un juguete! Hacia los 18 meses, vienen los arañazos. Para evitar que los encuentros entre niños muy pequeños acaben como peleas de gatos, los adultos tenemos que explicar las veces que haga falta a estas pequeñas fieras que hay que compartir las cosas, aunque no sepan hablar todavía.
Prohibiciones y reglas
La acción de la sociedad sobre el cuerpo de los bebés y de los niños pequeños es inevitable y se da en todas las culturas. En Japón, por ejemplo, se aprenden desde muy pequeños los gestos protocolarios. Cuando un bebé va en brazos de su madre, si no responde a un saludo, ella inclina la cabeza y los hombros del niño para que también lo haga. Antes de los 2 años, ya se enseña a los niños a sentarse en el suelo en la posición adecuada, que no es precisamente fácil de conseguir ni de mantener. Son los padres quienes se encargan de colocar las piernas del pequeño y le obligan a permanecer quieto. Se considera que el cuerpo de los niños debe ejercitarse en la pasividad. En cambio, a un niño de 3 años, se le permitiría pegar a su madre si le apetece (algo que les gusta hacer de vez en cuando, pero que, en general, nosotros no les dejamos hacer). Allí, la tradición considera normal y aceptable este tipo de agresión contra la madre, pero en cambio no se tolera hacia el padre. En algunas sociedades tailandesas donde se da mucha importancia a los gestos protocolarios de cortesía, se deja a los bebés que toquen espadas y otros objetos pesados y cortantes sin ningún tipo de vigilancia, o subirse a sitios peligrosos, confiando en sus facultades naturales. En resumidas cuentas, hay infinidad de prohibiciones, tabúes y reglas que varían considerablemente de una cultura a otra.
Bebés deportistas
Si bien no es nuestra intención someter a nuestros bebés a un entrenamiento físico, sí que podemos, en cambio, hacerles practicar actividades divertidas, adaptadas a su edad y adecuadas para su desarrollo, porque nos parece que el pequeñín está demasiado apático o demasiado agitado, o bien simplemente por el placer de practicar una especie de deporte con un bebé. Con los más pequeños, no hay elección. Hay que mojarse.
Por ejemplo, metiéndonos en la piscina, actividad que los bebés pueden practicar desde los 4 meses. Verdaderamente, ir a la piscina es una de las más divertidas, tanto para los niños como para los padres. La experiencia es increíble y aporta mucho a los bebés: concentración, capacidad de percepción y de coordinación, confianza en sí mismos y en los demás, independencia, por no hablar de los efectos beneficiosos para el sueño y el bienestar general. Si empiezan en seguida, los bebés son capaces de aguantar la respiración bajo el agua desde los 6-10 meses. Entre los 3 y 4 años, aprenden a hacer el muerto. Aunque muchos bebés aprendan a nadar antes que andar, el objetivo no es enseñarles natación, sino el descubrimiento de las habilidades sensoriales, motrices y físicas que ofrece el contacto con el agua.
Si no te gusta ir a la piscina, también está el yoga para bebés, una especie de prolongación del masaje para bebés. Son técnicas de masaje que podemos aprender asistiendo a cursos de este tipo con el bebé. Aparte del contacto privilegiado que proporciona entre padre e hijo, que nos puede ayudar a aliviar tensiones o conflictos (sí, podemos estar en conflicto con nuestro bebé), el yoga también proporciona a los niños relajación, mejora el descanso y ayuda con los problemas digestivos.
Si sólo de pensar en ello ya te entra sueño, existen alternativas, como algunos programas diseñados en América llamados "Baby Builders", divididos en 4 niveles según la edad del bebé, y que están destinados a estimular el desarrollo del pequeño. ¿Pero es verdaderamente necesario todo esto? Lo importante, en el fondo, es encontrar el equilibrio entre la libertad física de los niños y lo que nosotros somos capaces de afrontar. No queremos ver a nuestros hijos sujetos a limitaciones y, sin embargo, no podemos contenernos y constantemente tenemos que recriminarles "no hagas esto, no hagas aquello". Intentemos, pues, tener paciencia, ser comprensivos, ponernos en su lugar, puesto que se encuentran en una fase intensa de descubrimiento y aprendizaje de sus capacidades físicas que no se volverá a repetir.
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